jueves, 7 de febrero de 2013

Citas Inexactas (I)

Sur l´existentialisme
En t´engageant entraîneras
L´humanité totalement...
Sans repite te creéras
Par tes actes seulement
Christine Cronan 

En tu compromiso arrastrarás/ a toda la humanidad... / Sin descanso te crearás/ por tus actos nada más

miércoles, 26 de diciembre de 2012

... que no está muerto lo que yace eternamente...

Algo más de cinco años han desde que se dio comienzo a este blog que suscribe, sin otra intención que una que no vamos a desvelar aquí (aunque más de uno puede imaginársela(s))...


Como mandan cánones de la Red Expandida de Información (o Internet), cuando un blog, bitácora u otras denominaciones cumplen con sus aniversarios, suelen menudear una serie de rituales y costumbres, cual mencionar las estadísticas del mismo o poner una horrible imagen con una tarta de cumpleaños. Y como quiera que nuestro Viejo Coyote ha salido de viaje (astral), y de momento, como no sea por medios mediúmnicos, le va a resultar complicado entrometerse, enmendar y entorpecer nuestro intento de hacer pasar este blog que suscribe por algo un poco más convencional que lo acostumbrado por estos lares - bien es cierto, como decían otros, que alguien singular tratando de parecer convencional no sólo puede resultar patético, sino que queda artificial, fuera de lugar y dislocado, y de hecho, para convencionalismos ya tenemos al 99´9% restante de la Red -; en todo caso, como decimos, las capacidades extrasensoriales de nuestro Viejo Coyote no tienen roaming concertado con operadoras de los Otros Mundos, de modo que cuando vuelva, tiraremos de la política de hechos consumados para escaquearnos... de lo que no nos escaquearemos será de algún soliloquio reivindicativo y revanchista marca de la casa, eso fijo.

La imagen de la tarta nos la vamos a ahorrar (en todo caso, introduzcan los términos de búsqueda "ugly birthday cakes" en su buscador de imagenes favorito y ya nos cuentan); pero sobre la cuestión de las estadísticas del blog, pese a la urticaria que provoca en muchos de los miembros de la nómina de El Blues del Coyote, ahí sí vamos a  comentar un par de datos.

Páginas más visitadas y/o comentadas:

  • Los Sumerios, esos simpáticos desconocidos; esta es, con diferencia, la entrada del blog que más visitas ha recibido a lo largo de estos cinco años. Si no nos falla la memoria, no era más que un intento de homenaje a la proto-civilización mesopotámica, escueta de datos, y con una conclusión un poco subjetiva (que para eso estamos); por no mencionar que en gran parte no es más que una comparativa de esta cultura con otras contemporáneas suyas, dejando por cierto al resto a la altura del betún. Para un futuro posible tenemos pendiente una entrada más extensa sobre la temática sumeria, con menos digresiones, a ser posible, porque sospechamos que no pocos de los que llegaron a nuestro humilde blog lo hicieron con la insana intención de encontrar testimonios de los contactos de la cultura sumeria con seres de otros mundos (extra-terrestres, extra-dimensionales o extra-temporales, escojan uds.), ya se sabe, que si los Annunaki y la estrella Orión, que si los ziggurats eran máquinas de viajes en el tiempo, y otras especies... Cosa que demuestra que los buscadores de quimeras ya no precisan evidencias del mundo extramental para justificar sus desvaríos, les resulta suficiente con encontrar cualquier información diseminada por la Red. Afortunadamente, y como suele decir el Coyote: "siempre nos quedará la reducción al absurdo".

  • Notas Dispersas sobre la Tierra Austral (partes I, II y III); una cronología inexacta de los acontecimientos ficticios y reales acaecidos en la Antártida, tierra inhóspita y misteriosa donde las haya - de nuevo, el hecho de recibir tal cantidad de visitas viene dado por la (feliz) idea de calificar a los Elder Things del bueno de Lovecraft de Providence (Rhode Island) con el nombre de Annunaki o Anakim, que indujo a error a más de un buscador de desvaríos...

  • Personajes históricos fascinantes: Domingo Badía, aka Alí Bey (partes I, II y III); de nuevo, una somera e incompleta cronología, esta vez de cierto personaje histórico real de vida más bien folletinesca y cuyos actos y escritos han conseguido que acceda al parnaso de la ficción, cosa que ha ocurrido en otras ocasiones y con otras personalidades históricas. En este caso, las palabras más usadas para llegar hasta aquí son "santuario de la kaaba", ya que la visita que Badía realizó pasa por el raro hito de ser la primera de hombre "blanco" (léase occidental) al centro islámico de peregrinación más importante.

  • Bajo el monte de Venus (partes I al IV); sí, una de las más visitadas, pero no por su contenido, que es una larga digresión sobre las siempre cambiantes creencias y los cambios consiguientes en la visión del mundo que acontecieron con el abandono de la mentalidad mítica arcaica y la imposición, por un lado, del racionalismo. y por otro, del cristianismo, en nuestro decadente occidente. Como digo, una de las más visitadas, por la alusión a cierta zona de la fisionomía femenina - y aunque es cierto que estas entradas, aunque de soslayo, tratan ciertas cuestiones sobre el erotismo y su represión, no es menos cierto que a la gran mayoría de los que terminaron en el blog sin duda les defraudaría su contenido (de hecho, y según nos informa el Analytics de Google, los términos de búsqueda más usados en este caso no han sido otros que "monte de venus depilado", ahí es nada...)

  • La Matanza de la Judería de Sevilla (1391), también en tres cómodas partes; relato, con cierto detalle, de los terribles sucesos ocurridos en la primavera del mencionado año en la capital hispalense. Matanza que , por cierto, no fue exclusiva de Sevilla, según parece.
Con esto lo dejamos, porque, como siempre hemos dicho (y en contra de ciertas apariencias) no es la exahustividad nuestro lema.; como tampoco lo son muchos otros, como la coherencia o la pasión por sintetizarlo todo en unos pocos caracteres...

Nos hubiera gustado terminar con una breve sinopsis de las entradas proyectadas en un futuro, pero igual no somos amigos de atraparnos en nuestras palabras, y por más que hemos intentado seguir una cierta continuidad en el orden de las entradas, a la vista está que el orden - en esto, al menos - tampoco ha sido nuestro aliado, ya que siempre hemos preferido más dejarnos llevar por la espontaneidad, que es donde se puede encontrar el germen de la vida. Multiforme y siempre cambiante, es muy probable que, en el futuro, surjan ciertas entradas centradas exclusivamente en las imágenes; y si bien es cierto que nunca una imagen podrá sustituir ciertas cadenas de razonamientos e ideas, no lo es menos que algunas imágenes, en tanto su carácter simbólico, obtienen su fuerza de esa vida preconceptual y prerreflexiva, y nos apelan en términos completamente ajenos al concepto (porque, como nos recuerdan Ortega, Nietzsche y otros, la vida se vive antes incluso de haberla pensado).


PostData: Finalmente, el Viejo Coyote ha hecho acto de presencia (aunque ectoplásmicamente), para que señalemos que el hecho de que todo sigue igual desde el fatídico día 21 del corriente, puede ser una señal efectiva del comienzo del fin del mundo... Si no es, como dicen los otros, que ya hemos entrado en la sexta extinción masiva...

viernes, 17 de agosto de 2012

La Insoportable Eternidad del Arquetipo

Apoyado cómodamente sobre la mullida pared acolchada, nuestro amigo y vecino, el Viejo Coyote, murmura letanías incomprensibles; golpeándose rítmicamente la nuca contra esa pared, sin percatarse de que un reguero de saliva le gotea barbilla abajo; hubiera golpeado la pared con sus propias manos, y de forma más contundente, de no ser porque sus amables anfitriones le habían proporcionado un atuendo que le ponía a salvo de sí mismo. ¿A salvo de sí mismo? ¿Acaso existía camisa de fuerza que le pusiese a salvo de sus propios pensamientos? ¿Había acaso algún lugar, en esta tierra o en cualquier otro universo nocional, donde pudiese escapar de sí mismo? ¿Algún santuario, lejos de todo y de todos? En la antigüedad, en lo que ha dado en llamarse Grecia y Roma, les había dado por exteriorizar la conciencia individual y proyectarla en la figura de las Erinias, más conocidas como las Furias – no confundir con las Gorgonas, ya que ambas triadas coinciden en disfrutar de una ensortijada pelambre serpentil y en gastar bastante mala baba, todo sea dicho –, las cuales se encargaban, según la tradición, de vengar ciertos tipos de crímenes... qué tipo de crímenes, las distintas tradiciones no terminan de ponerse de acuerdo, pero así generalizando, y siendo como son deidades pre-olímpicas y ctónicas, su principal función era la de vengar crímenes de sangre, convirtiéndose así en paradigmático el caso de Orestes, que como consecuencia de cometer matricidio se encontró acosado por estas Furias incansables que le persiguieron por toda Grecia, y que solamente se vieron parcialmente tranquilizadas cuando el muchacho, en un momento de remordimiento terrible, se arrancó el dedo meñique de cuajo de un bocado, y lo lanzó al río Europo; y aunque con ese acto de auto-mutilación consiguió mitigar temporalmente a las Furias, éstas no se dieron por vencidas hasta que Orestes alcanzó el santuario de Delfos, en aquel tiempo dedicado a Apolo, donde emprendió los primeros pasos para su expiación y purificación... Es ese tipo de santuario, que te mantiene a salvo de ti mismo, aunque en estos tiempos banales y patibularios no fuese más que un santuario químico, el que se superponía con más fuerza en el collage tridimensional de su enfebrecida y multívoca imaginación rampante... aunque bien es cierto que esa catedral gótica que es la conciencia racional ha construido sus cimientos sobre las ruinas de un santuario pagano, repositorio de cierto inasible, impronunciable e irreal subconsciente...

domingo, 8 de abril de 2012

Qarnis Qum: un epílogo

“Sabias fueron las palabras de Ibn Schacab, quien declaró que no existe tumba más feliz que aquella que no alberga a un hechicero, tan dichosa como esa ciudad anochecida que ve a todos sus brujos reducidos a cenizas. Tiempo ha que corre el rumor de que el alma vendida al diablo no sólo rehúsa abandonar su recipiente de arcilla sino que ceba e instruye a los mismísimos gusanos que le devoran, hasta que de la corrupción brota un espantoso simulacro de vida, plagada de groseros carroñeros subterráneos. Se excavan en secreto hoyos inmensos donde debería bastar con los poros de la tierra y han aprendido a caminar seres que no deberían sino arrastrarse.”
Abdul al Hasr´d, Qitab al Azif



Una necesaria introducción y una explicación innecesaria

Era algo que había quedado pendiente. Hace un par de años que se publicó toda la información que poseíamos, concerniente a los actos y sus consecuencias (sobre todo estas últimas) del así conocido como Qarnis Qum: el hechicero supremo de Poseidonis, la fabulosa capital del sumergido imperio atlante. Por el bien de nuestra escasa cordura, nos vimos en la necesidad de dar un punto final con cierta precipitación: la maligna influencia de este “warlock” se dejaba sentir incluso miles de años después de su sepultura, en algún punto indeterminado del actual Sudán; ominosos sueños y visiones, con voces de ultratumba acosaban nuestras noches, hablándonos en idiomas muertos y olvidados. Sin embargo, la historia de Qarnis Qum no es una historia lineal, además de ser una historia colectiva (en el sentido de que son muchas historias, aparentemente inconexas, que en algunas ocasiones han marchado sincronizadas), de manera que en cualquier momento podían surgir nuevos datos que ampliasen nuestra visión de todo aquello. Y, efectivamente, así ocurrió.

El Viejo Coyote nos apareció una mañana con un cartapacio de abultado contenido. Dejándolo caer en la mesa de la cafetería, nos retaba con gesto teatral. Como nos había contado de forma fragmentaria, entre continuas interrupciones, rodeos y cambios de tercio, hacía tiempo que el Coyote había conseguido el carné de la biblioteca de Babel, y con ello el acceso potencial a cualquier biblioteca del multiverso. Alguno de los presentes ya había aludido a la escasa fiabilidad de los libros sacados de allí: la mayoría sólo contenían palabras absurdas, frases inconexas, e incluso de un libro medianamente coherente, podía encontrarse allí otro refutando al primero. Recuerdo que el Coyote, apurando la colilla, aseguró de forma prepotente que en cuanto a información se tratase, poco importaba que esta fuese o no verdadera: lo importante siempre había sido el uso que se le diese.

De manera que, derrotados por su lógica, abrimos la carpeta y echamos un vistazo a su interior. Por supuesto, no eran libros, no habrían podido caber dentro de ella: la mayoría eran archivos, folios mecanografiados con membrete, informes oficiales escritos en jerga burocrática, páginas arrancadas de diarios personales, recortes de prensa y demás papeles; había incluso un par de microfilms. La mayoría estaban amarilleados, y tenían el aspecto de haber pasado más de dos décadas olvidados, entre anaqueles polvorientos. Hasta que el Coyote asomó su hocico por las estanterías.

Pero fue su contenido lo que más nos sorprendió. De manera que después de verificar algunos hechos, organizar y ordenar cronológicamente toda aquella información, damos a conocimiento público los últimos estertores de esa historia que empezó en los albores de la civilización, entre la blanquecina espuma de las inmensas olas que produjo el hundimiento de la Atlántida, una historia cuya agonía comenzó a finales del siglo pasado.

Como la cantidad de material reunido daría para unas cuantas entradas de este humilde blog, y no estamos por la labor de dedicarle mucha más atención a un tipo tan nefasto y peligroso como fue (¿o es?) Qarnis Qum, he aquí un resumen de su contenido, en orden más o menos cronológico. Deseamos que, con esto, se cierre por completo el círculo.

(Advertencia: algunos nombres y fechas han sido alterados, para evitar conclusiones desagradables)



- Fragmento de la así llamada “Corónica Menor del Regnado del Rey Alfonso X”, atribuida a fray Pero de Ainsa, que publicamos íntegramente, como curiosidad histórica:

"Capítulo XVI: De cómmo el rey rescibe el presente que el Sultán de los moros le havia embiado et de las distintas reacciones que avia susciptado

En los diez e ocho annos del regnado deste rey don Alfonso, que fue en la era de mill e trezientos et ocho annos et andaua la naçençia de Ihesu Christo en mil e dozientos e setenta annos, pues acaesçió que el rey don Alfonso fue rescibido de un presente que le auía embiado el Sultán de los Omeyas, del reino de Damasco1; et uenían a descir las embajadas deste rey moro que era éste presente de buena voluntad, mas resultó que eran unas tablas de piedra escriptas con símbolos desconoscidos en la cristiandad; et pensando el buen rei que eran escriptos moros concernientes a sabiduría astrológica, hízolos embiar al scriptorium de sabios que hauía fecho instalar en Toledo.

Et commo quier que los sabios se encontraron estupefactos, ante la escriptura ignota de las tablas del Sultán, se dedicaron a la tarea de traduçirlo con zelo e empeño; et otrosí viendo los terribles e blasfemos conoscimientos que desuelaban las piedras del Sultán, moros, judíos et cristianos por igual, soliçitaron merced al rei para detener la traducción, cosa que el prudente soberano ordenó facer, sorprendido de que, por una vez, sabios de las tres religiones estuviesen de acuerdo en algo; incluso los más fanáticos alcanzaron a aconsejar la destrucción inmediata de las tablas, por que non quedar rastro déllas en la faç de la tierra, pues no pocos habían temido, pues barruntaban que aquestas tablas estavan malditas, et que sólo trauían desgracias a sus poseedores.

Et otrosí cada uno de los sabios a quien se había encomendado la labor, habían tenido fatal destino como sigue; Frai Mauro Ferrán fue muerto fulminado, en el mismo scriptorium, apenas comenzó a vislumbrar el significado terrible de aquellos signos; et otrosí el sabio moro llamado Alarbí aseguró que, desde que se puso al trabajo de traduscir, Satán le enbiaba sueños de malévolas imágenes en todas las noches, et un día tomó unas hierbas en su poder, matándose acosado por infernales visiones; i el maestro Yehuda ben Rehab, saltó una noches por su ventana, guisado en alaridos de terror, et según aseguran los últimos que lo vieron con vida, huyendo de seres invisibles que sólo él podía ver.

Et otrosí, al poco de acaesçer aquestos sucesos, vieron que el maestro judío Isaak ben Moshe, quien havía participado en labor de traduscir el Libro Complido de los Judicios de las Estrellas, del moro Abenrajel, et havía asistido al anciano Yehuda ben Rehab en su intento de traduscir las tablas del Sultán, hauíase ydo, lleuándose consigo las tablas; como quiera que el rei don Alfonso no quiso fazer por perseguirlo, el presente del Sultán de Damasco se perdió con él; et no faltaron quienes corrieron la suerte de que aquello era mejor, si era cierto que aquellas tablas de piedra estaban encantadas, et que el rei moro sólo havía mandado el presente para fechar una maledicçión al buen rei cristiano. Tampoco faltaron commo los hubo, quienes dijeron que todo aquello sólo eran superstiçiones, et consejas.

Addendum:

Luego de escribir aquestas letras, sabido se ha que el tal maestro judío Isaak ben Moshe, hauiendo marchado con las tablas del rei moro, húbose instalado en algún condado de la Provença, et aunque otros discen que lo fue en la ciudad de Lyon; et aún supo este fraile de corto entendimiento que el tal maestro Isaak era conoscedor de esa práctica de adivinasçión heretical llamada por los judíos como Cábala, et que huvo de tommar por disçípulo a un tal Eleazar bar Jacub, a quien se disce húbole de legar las malfadadas tablas del rei moro."

Cabe anotar aquí un error de imprecisión por parte del cronista; en el año tratado, esto es, 1270, el poderío en el mundo musulmán había pasado consecutivamente de la familia Omeya, con sede en Damasco (quienes habían creado el Califato independiente de Córdoba en el año 939, disgregado finalmente en los llamados reinos taifas), a la familia Abasí, que desplazó la capital del imperio a la ciudad de Bagdad. Aún así, ésta había de caer por el embate de los pueblos mongoles más de cincuenta años antes del momento de las crónicas; y en aquellos momentos, Damasco pasaba por ser el bastión del Islam, frente a las fuerzas cristianas reunidas por la Cruzada, regida en aquellos momentos por Sultanes selyúcidas. Posiblemente habría que señalar en uno de éstos últimos como el "rei moro" de Damasco, a quien se refiere fray Pero, en su crónica, no sea otro que el célebre sultán mameluco Baibars, quien llegó a ver expandidas las fronteras de su imperio hasta el interior de tierras Nubias. No obstante llevar el título de Sultán de Damasco, se lo conoce principalmente por serlo de Egipto, con capital en El Cairo. Nótese que, al tener la capital en El Cairo, resulta mucho más creíble la vinculación con estas tablas que se citan.


- Los siguientes textos están formados principalmente por documentos clasificados de alto secreto por el Estado Mayor alemán, entre los años 1933 y 1945, o como se indica al principio de cada documento Komandosache, Hoechst Vertraulich (Asunto Oficial Secreto), entre los cuales destacan:

a) Fragmentos del diario personal de Walter Schlesienberg, dotado lingüista, especialista en lenguas muertas y miembro de la Ahnenerbe (Instituto para la Investigación de las Raíces Espirituales de la Herencia Ancestral Alemana). Según parece, sus cualidades naturales para los idiomas, y su conocimiento exhaustivo del egipcio arcaico, especialmente de la escritura llamada hierática, lo hicieron candidato perfecto para encargarse de la traducción parcial del “Liber Hyperboreas”.

Como se recordará, en aquellos años una copia de tan nefasto libro pasó a formar parte de las propiedades de la Ahnenerbe (puesto que el Partido Nazi había ordenado la disolución de numerosas sociedades secretas, entre ellas la Sociedad Thule, en cuyos fondos se hallaba anteriormente). Sin embargo, las primeras conclusiones a que llegaron los especialistas fueron que dicho libro estaba incompleto, y que resultaría imposible reconstruir una invocación completa de Qarnis Qum – pues otro no era el objetivo de aquellos locos peligrosos. No sólo la copia que obraba en su poder estaba incompleta, sino que además, el mismo “Liber Hyperboreas” no era más que una traducción parcial de las tablillas que habían sido extraídas de la perdida tumba de Qarnis Qum. De manera que se dieron cuenta de que se encontraban ante un callejón sin salida.

Y todo aquello habría quedado así de no ser porque, de alguna manera, los nazis consiguieron recuperar las tablillas originales de la tumba de Qarnis Qum. Aquellas que, según dice la leyenda, fueron enterradas con él, durante la víspera del hundimiento de la Atlántida; las mismas en las que, según dicen, el hechicero supremo de Poseidonis consignó toda su terrible sabiduría, e hizo sepultar con él en su letargo parecido a la muerte. Las mismas tablillas que, siglos después, serían robadas por unos ladrones de tumbas, y que el Sultán de Damasco regaló al rey castellano Alfonso X, dejándolas a su vez el rey en manos de sus sabios traductores de Toledo. Tablillas que, con intención de evitar que tales blasfemos conocimientos salieran a la luz, robó un maestro cabalista sefardí, que terminó instalándose en el sur de Francia. Y de alguna forma, estas tablillas pudieron ser vistas por un desconocido alquimista francés, que fue quien finalmente se dedicó a lo que se pensaba la traducción completa de las perdidas tablillas de la tumba de Qarnis Qum, el tristemente famoso “Liber Hyperboreas”. Es de suponer, que las tablillas habían pasado en herencia directa por todos los descendientes del rabino sefardí que se hizo con ellas, hasta que terminaron en las del último en la línea de sucesión, que dio con sus huesos en un Konzentrationslager, una vez fue expoliado por los nazis de sus posesiones valiosas y humillado en su dignidad hasta un punto indecible.

Por supuesto, en su diario, Walter no menciona nada de esto último; en cambio, nos narra la emoción de la responsabilidad de tal tarea: para él, su labor no era otra que ser el primero en descifrar un idioma perdido, el Atlanteano, como él había dado por llamarlo. Según deja entender, el contenido esotérico de la obra no le interesa en absoluto; son los detalles técnicos los que le atraen realmente. Las tablillas de la tumba de Qarnis Qum, aunque estaban consignadas efectivamente en alfabeto egipcio, sin embargo, la lengua en que estaban escritas seguía siendo totalmente desconocida para el lingüista, de no ser por la aparición de Otto Gross.

La imagen que Walter deja entrever de este oficial de la SchutzStaffel (SS) es de respeto rayano en terror. Ese hombre daba miedo real a Walter, pero gracias a él, su labor pudo avanzar enormemente. Según se entiende, Otto Gross debía ser algo así como una especie de comando de una sola persona, encargado de trabajos más bien íntimos y de delicada manufactura, a quien en algún momento se le otorga la dirección del proyecto: Fenris. Pues fue gracias a él, y no a otro, que se pudieron recuperar las tablillas mencionadas.

(continúa en la próxima entrega)

Para tener una visión completa de todo el asunto, aquí se narran los hechos precedentes de estas historias sincrónicas:

Primera Parte

Segunda Parte

Tercera Parte

Cuarta Parte

martes, 3 de enero de 2012

La Toma de Eilean Donan (tercera parte)

Como veníamos adelantando al final de la anterior entrada, la así conocida como Princesa de los Ursinos, Marie Anne de la Trémoille, en los primeros años de reinado de Felipe V de Borbón en España, se había ido convirtiendo de forma subrepticia en la “eminencia gris” del reino, controlando las voluntades del siempre cambiante soberano y de su jovencísima esposa y, por ende, de toda la nación. Pero hete aquí que el abate Julio Alberoni, sagaz y astuto como el zorro proverbial, se percató que para ganar el favor de Sus Católicas Majestades habría de ganarse primero el de la renombrada cortesana. Si bien ésta ya se encontraba en buena disposición con el abate, la ocasión llegaría con el fallecimiento relativamente prematuro de la joven reina, María Luisa de Saboya, en 1714.

Conocedor de que la Princesa de los Ursinos no dejaría escapar la ocasión para alcanzar aún más ascendencia sobre el rey, Alberoni agasajó a la Trémoille (que con su reconocido buen gusto en la mesa y en las artes ya se la tenía ganada), y le sugirió como posible sustituta de la reina difunta a Isabel de Farnesio, cuya familia ostentaba en aquellos momentos el título del ducado de Parma (a quienes, en primer lugar, debía obediencia Alberoni, por motivos patrióticos de nacimiento, se entiende); sin embargo, para conseguir que la Trémoille pasara por el aro, Alberoni pintó a esta Isabel de Farnesio como una muchacha influenciable y de voluntad débil, como más gustosa de aficiones domésticas y hogareñas (lo acostumbrado durante siglos en las mujeres de cierta clase: coser, bordar y rezar), antes que interesarse por asuntos de estado. El abate la describió como una muchacha feucha, regordeta y manejable, cosa que era lo que la ambiciosa Princesa de los Ursinos estaba deseando escuchar.

Marie-Anne de la Tremouille,
o cuando la realidad y el folletín se entrecruzan

De modo que, según cuenta la tradición historiográfica, por intercesión de la Princesa de los Ursinos, Felipe V se avino a tomar a la susodicha como esposa; la recepción de ésta sería recordada en la Villa y Corte por mucho tiempo, pues demostraba la inteligencia e intriguismo que había aprendido el abate. Siendo la primera vez que ambas mujeres se encontraron frente a frente, la Princesa de los Ursinos no pudo evitar comportarse de un modo prepotente, dando por sentado que ésta nueva reina no era menos mangoneable que la anterior; se dice que, en primer lugar, apenas hizo reverencia a la nueva reina, pretextando no sé qué dolor de rodilla, y casi al instante, observando que, efectivamente, Isabel de Farnesio era muchacha rellenita, tomándola con toda confianza de la cintura, la hizo dar una vuelta, afirmando, más o menos lo siguiente:

“¡Cielos, señora, qué mal formada estáis! ¡Qué cintura tan gruesa!”

Y aunque cierta razón no le faltase a la cortesana, pues si observamos retratos de la reina consorte, se advierte una papada inexcusable y cierto grosor de su envoltura carnal; tampoco es menos cierto que, más que degradarla como una glotona engullidora de mantequillosos quesos parmesanos, con esos kilitos de más, pareciese más ganar una apostura de antigua matrona romana. Lo cual era bastante cercano a la realidad, pues sin querer presuponer un don natural de mando heredable para la sub-especie humana así llamada de sangre azul, esta Isabel de Farnesio debió ser una de esas personas a las cuales les sale de forma tan aparentemente natural dar órdenes que, recordando al bueno de Terry Prattchet, cuando te das cuenta, ya llevas un rato obedeciendo.

Isabel de Farnesio, reina consorte y esposa de Felipe V de Borbón,
con apostura de antigua matrona romana


La fría reacción de la nueva reina lo confirmó; haciendo presentarse al jefe de la guardia, ordenó en perfecto castellano, y sin dirigirle una mirada más a la Tremouille:

“Llevaos de aquí a esta loca que ha osado insultarme...”

Ese sería el final de la carrera cortesana de Marie Anne de la Tremouille en España, a la cual no le dio más lugar de llevarse una pequeña maleta como equipaje, y custodiada por cincuenta soldados, expulsada del país a su Francia natal inmediatamente. Con el extrañamiento de la Princesa de los Ursinos, Alberoni eliminó el último obstáculo que lo separaba de su cercanía con el rey.

Y es que el astuto abate, como dijimos, había pintado a la nueva reina tal y como la Tremouille hubiese gustado verla, y no como realmente era: una princesa educada en la gramática, la filosofía, la política, las artes y las ciencias más modernas en el momento: nada de la mojigata que se esperaba. Sólo digamos que Isabel de Farnesio reinó junto al insufrible Felipe V durante el resto de su larga vida (no olvidemos que, hasta el momento, el primero de los Borbones españoles ha sido el monarca que más años ha reinado en el país, alrededor de 45 años), y aún le sobrevivió unos cuantos lustros más; así, soportando sus cambios de humor, acompañándolo en sus momentos de mayor depresión, e incluso por intercesión de ésta fue que grandes músicos e intérpretes se trasladaron a el Palacio de la Granja, en Segovia, ese mini-versalles donde el castratti Farinelli interpretaba, entre otras, las partituras del maestro Scarlatti. Finalmente, de su progenie numerosa, obtuvo España a otro rey, Carlos III, así conocido por ser un brillante déspota ilustrado (si es que los términos brillante y déspota pueden ir juntos; aunque lo mismo vale decir para ilustrado y déspota, que si van juntos no es más que por convención). Se dice que ejerció plenamente como reina consorte, y sobre todo, como reina sustituta a la hora de toma de decisiones, siempre que su marido se encontraba en una de sus fases melancólicas; y aunque si bien por un lado se dice de ella que fue mujer distante y desapasionada con sus hijos, por otro bien es cierto que en gran parte, el motivo de tenerlos desatendidos fue precisamente por obrar las intrigas políticas con que conseguiría situarlos a todos en buenas posiciones. Si hubiese nacido hombre en aquella época, o directamente, la mentalidad imperante en su época hubiese sido otra menos misógina, otro gallo hubiese cantado, para mujer de tan decididos arrestos.

En cualquier caso, la buena gestión e intermediación de todo el asunto de las segundas nupcias del monarca por parte de Alberoni, le terminaron de granjear del todo el afecto real; eso, y que se había conseguido deshacer de su más directa rival, claro. De esta manera, con el favor de la nueva reina, le fueron concedidos sucesivamente el título de Grande de España, el cargo de consejero del rey y obispo de Málaga (aunque, como en muchos de estos casos, cabe que Alberoni no llegase nunca a pisar tierra malagueña) y poco después, por la presión de la corte en Roma, el papa le nombró cardenal.

No va a ser cuestión aquí de resumir todos los logros y hechos políticos, locales e internacionales, del cardenal Alberoni, porque como ya hemos dicho en más de una ocasión, no es la exhaustividad vocación de este blog que suscribe. De todas formas, sí es importante, para la continuación del relato, resaltar algunos de los manejes de este cardenal en cuestiones de política internacional (porque, a estas alturas, y después de tantos vericuetos y rodeos, más de uno se estará preguntando qué tiene todo esto que ver con la toma de cierto castillo de las Highlands escocesas; si es que queda alguien ahí, por supuesto). Como se dijo más atrás, el resultado de la Guerra de Sucesión de la corona española, que culminó con el Tratado de Utrech, dio lugar a la pérdida de la condición de España como potencia europea; así que gran parte de la labor a nivel internacional del consejero del rey fue encaminada a devolver a España dicho papel: infructuosamente se trató de recuperar las antiguas posesiones mediterráneas, como la Mallorca, perdida ante Inglaterra, o gran parte de Italia, que cayó en manos de los Habsburgo austriacos. Igualmente se ensayaron las conquistas de Cerdeña y Sicilia, como parte de este ambicioso plan, al que se opusieron el resto de potencias europeas (incluyendo al Papado, y a la Corona Francesa, que en esta ocasión no sólo se negó a apoyar a España, sino que formó parte de la que dio en llamarse Cuádruple Alianza).

También habíamos comentado anteriormente la situación dinástica que se vivía en Gran Bretaña, siendo el caso que Felipe V, meapilas hasta el hartazgo, nunca se avino a reconocer a la nueva dinastía, los Orange, de confesión protestante; de hecho, para oprobio de Guillermo III de Orange, ante la muerte en el exilio de Jacobo II Estuardo, el viejo pretendiente, el monarca español reconoció como rey de Inglaterra y de Escocia al hijo de Jacobo, de mismo nombre, que mantuvo las pretensiones de su padre, igualmente desde el exilio. Pero, como decimos, era plato de buen gusto para el rey español la vuelta de un monarca católico a los tronos de Inglaterra y Escocia, y más aún si éste era aupado al trono con ayuda española.

De modo que a Alberoni se le vino en mentes un plan arriesgado, pero que, de haber triunfado, habría cambiado la faz de Europa, quizá, para siempre.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La Toma de Eilean Donan (segunda parte)

Fue el cardenal Giulio Alberoni hombre de exquisitos placeres y gustos extravagantes, de vivo ingenio y astucia acerada. De lo primero se tiene constancia por las sonadas cenas y festejos que celebraba el clérigo en su suntuosa mansión de la Villa y Corte, por lo refinado de sus platos, y por la elección de éstos; de lo segundo, era ejemplo señero la ampliamente conocida anécdota de cómo terminó de secretario personal del duque de Vêndome; siendo éste sólo el primer cargo de importancia que obtuvo gracias a su astucia e ingenio y que, corriendo el tiempo, le llevarían a convertirse en hombre de confianza del inestable primer Borbón español, Felipe V.


Su Eminencia, el Cardenal Alberoni, recuerda fuertemente a un tapir con sotana

Sorprendía aún más el hecho de que Alberoni hubiese alcanzado puestos de tan alta responsabilidad, siendo como era de orígenes humildes, hijo de una numerosa familia de labriegos de Piacenza; y sólo después de muchos esfuerzos, ejerciendo primero de campanero en una parroquia de su pueblo, para poder aportar algo al sustento familiar, fue ordenado sacerdote, y gracias a su ascendencia sobre el obispo Barni consiguió ser nombrado canónigo de la catedral de Piacenza. Aunque se pensase que aquél era un puesto de suficiente nombradía y acomodamiento, el afable abate aún no estaba satisfecho, de modo que fue tomado como preceptor del "sobrino" del obispo Barni, y finalmente enviado a Roma como acompañante del muchacho. Poco tiempo necesitó el astuto sacerdote, para aprender los gajes y las intrigas que terciaban en la Capital del Mundo, en los salones de los poderosos.

De esta forma, le pilló en Roma la guerra que se entabló en Europa por decidir qué familia real colocaba en el puesto vacante de España a uno de sus miembros, toda vez que el último rey de los Austrias españoles, Carlos II llamado el Hechizado había muerto sin dejar descendencia; el partido francés, con el Rey Sol a la cabeza, pretendía colocar al nieto de éste, que reinaría como el futuro Felipe V, bajo el argumento de que en su ascendencia podía encontrarse al Austria, que lucía como su tío-abuelo; de modo que, por enrevesados motivos estratégicos, el avinagrado duque de Vêndome acabó instalándose con las tropas francesas en el norte de Italia, con el cargo de comandante general. Tanto Francia como Austria y España han tenido durante siglos al norte de Italia como campo de enfrentamiento, y numerosas campañas se han sucedido en aquella tierra.


Pues bien, el duque de Parma, que lo era también de la Piacenza natal de Alberoni, había encomendado al arzobispo de Borgo san Donnino - actual Fidenza -, don Alessandro Roncoveri (o Rommovieri), como mediador frente al comandante francés, y a su vez Alberoni lo acompañó en calidad de intérprete, conocedor del idioma francés; como quiera que el duque de Vêndome no fue persona de carácter fácil, la relación con el arzobispo a fuerza tampoco hubo de serlo.

Atención: Anécdota escatológica a continuación

De Luis José de Borbón-Vêndome cuenta la historia que los sinsabores de su existencia (hijo bastardo del rey, huérfano a los quince años, obligado a casarse con una aristócrata con fama de poco o nada agraciada, etc...) le fueron agriando el carácter; así, el encontronazo con el arzobispo de Borgo san Donnino vino dado porque, en la época en que ocupaba el norte de Italia con sus tropas, se veía aquejado de unas incómodas hemorroides agravadas por un pertinaz estreñimiento, que le provocaban horribles dolores cada vez que intentaba aligerar el vientre. Pasando uno de esos trances fue como recibió el mariscal al arzobispo y a Alberoni (que lo de hacer las necesidades en privado es costumbre relativamente moderna), y de hecho, mientras el arzobispo, por mediación de Alberoni, relataba sus peticiones, el malogrado duque de Vêndome concentrado en acometer antedichos esfuerzos, en vano, se alzó de su sillica, y mostrándole las posaderas, según dicen, exclamó algo así como:

"¡Estos son los problemas que me preocupan en este momento!"

Ofendido ante tal actitud, el arzobispo se marchó de allí, decidido a no volver a tratar con tan grosero francés. Sin embargo, siendo de todo punto importante tratar aquellos asuntos, Alberoni, sin arredrarse ni un apice ante tal postal, se limitó a musitar algo parecido a esto:

"Oh, che culo d´angelo!"

Y antes de permitir que el duque de Vêndome reaccionase ante aquel comentario, el orondo abate se dedicó a darle consejos gastronómicos con los que mejorar sus afecciones, e incluso él mismo se ocupó de encargar y dirigir la preparación de algunas de esas recetas en las cocinas; pues parece que siendo de origen humilde, a nuestro Alberoni no se le caían los anillos por subirse las mangas de la sotana y enfrascarse en labores culinarias.

Final de la Anécdota escatológica


De hecho, la desenvoltura de Alberoni admiró tanto al de Vêndome que, poco después, lo tomó como su secretario personal, y lo llevó consigo en primer lugar a Francia, y posteriormente, a España, donde fue enviado, para dirigir a las tropas fieles a Felipe V, donde la Guerra de Sucesión daba ya las últimas boqueadas. Finalmente, habiendo sido nombrado comandante en jefe del ejército español y virrey de Cataluña, dio su vida en la localidad de Vinaròs, según se cuenta tradicionalmente, a causa de un empacho de langostinos y marisco. Nada nuevo, como se ve, esto de que los poderosos perezcan por hartazgo.

En todo caso, el abate Alberoni no se vio huérfano de protector por mucho tiempo, pues al rey Felipe V de Borbón y su primera esposa, María Luisa Gabriela de Saboya, les cayó en gracia con su desparpajo. En esto ayudó no poco una renombrada cortesana, Marie-Anne de la Tremouille, conocida como la Princesa de los Ursinos (porque había sido viuda de un miembro de la casa nobiliaria italiana de los Orsini), la cual había logrado la más alta ascendecia sobre Sus Majestades.

Esta intrigante cortesana tenía atada la voluntad del rey, dadas las afecciones mentales que lo aquejaron toda su vida, y aún la de la reina, puesto que María Luisa de Saboya apenas era una adolescente quinceañera. Así que por intercesión de la autoproclamada Princesa de los Ursinos - que ni era un título nobiliario real ni nada - el futuro cardenal Alberoni fue admitido en la Corte, en primer lugar como embajador de Parma y, conforme su influencia aumentaba sobre los reyes, ascendiendo en su carrera de forma meteórica.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Acercamiento a la Psicología Coyotil



Escucha nuestro Viejo Coyote el ulular del viento invernal; se enciende otro infecto cigarrillo, entre toses bronquíticas, y se arrebuja en su mullido pelaje. La lámpara de queroseno ilumina pobremente su estancia, apenas un círculo de luz a su alrededor, y al resto de la habitación sólo consigue poblarla de sombras funestas, formas huidizas, y casi se diría que la habitación al completo palpita y baila al compás del titilar de la llama encendida.

Pero el ojo de la mente del Coyote se encuentra lejos, muy lejos de allí.

Al poco, al ulular de la ventisca de fuera se suma a coro el silbido del calentador de agua, avisando de que ésta ha llegado al punto deseado. Con crujir de huesos y lastimeros quejidos, nuestro Viejo Coyote se levanta a duras penas del escritorio y consigue prepararse una infusión, cuyo calorcito siente cómo se abre paso en su interior, y cae en el estómago, reconfortándole brevemente.

Vuelve al escritorio, toma la hoja y lee lo que lleva anotado:

Me ha recetado el médico – bueno, es de medicina interna, de hecho, es una voz interiorizada de mi yo subconsciente, que me impele – que no deje de escribir, aunque sea un rato, todos los días; que es un buen ejercicio para desentumecer la relación idea-palabra-escritura, de forma que cualquier idea que sobrevuele mi desecado cerebro pueda ser atrapada “al vuelo” por las redes de los conceptos, y extraída hacia el texto escrito. Por supuesto, esto no deja de ser un reduccionismo, en el sentido de que la idea, como tal, sigue por ahí, rebotando por los amplios huecos de mi cabeza hueca, inexpresable per se; las ideas siguen vivas y migran de mente en mente, como parásitas: las palabras, como mucho, pueden dar una imagen aproximativa, pues lo que queda de la idea, una vez ha sido con-formada por las palabras que la atrapan en sus redes, es un triste atisbo de la idea original. Esto, por supuesto, si lo imaginamos desde la perspectiva teórica de un Kant simplificado, ya se sabe: intuición es ciega sin concepto, así como concepto es vacío sin intuición. Preciosa imagen – o todo lo preciosa que puede llegar a ser, claro –: la del bueno de Inmanuel, con su peluca empolvada y sus chorreras y sus bordados dorados, lanzando al aire la red del concepto para atrapar y dar forma a las intuiciones, que vuelan con libertad… a priori, claro: no todas las ideas vuelan, y de hecho algunas más bien vierten plomo en los cerebros donde dan en instalarse, cual peligroso parásito mental: porque no hay mayor peligro, en el terreno de las ideas y de los valores morales, que la inamovilidad, traducida en cerrazón. Ideas muy peligrosas, que no sólo son parasitarias, sino que cual cría de cuco, expulsa del nido a cualquiera otra que no se parezca a ella y que, por tanto, no sean ella.

Eso, por supuesto, mirándolo desde la perspectiva del pesado de Köenisberg. Y es que Kant nunca me ha caído muy bien precisamente; no es que no reconozca su relevancia, por supuesto, e incluso, como he dicho un poco más arriba, una versión simplificada y quitándole mucha morralla y mucho tecnicismo y, de hecho, violentando su teoría hasta el punto de que ni el mismo la reconocería, puede aportar una visión interesante de la supuestamente irreconciliable lucha entre razón y creencia o, como he dicho más arriba, entre concepto e intuición. Claro está que las intuiciones, por sí mismas, todo lo más, podrían alcanzar la categoría de imágenes, que se presentan a nosotros, pero sin ser expresadas de forma explícita; para que la intuición tenga efectividad, habría entonces que darle forma expresable, manejable, comunicable; digamos, instrumentalizable. Sólo podemos evocar ideas e imágenes de la intuición dotándolas de un cuerpo conceptual que las sostenga, de lo contrario, si intentásemos comunicar nuestra intuición sin traducirla a un lenguaje común, todo lo más, supongo, llegaríamos a producir algunos lastimeros quejidos, o el clásico chillido de frustración que suelen emitir los chimpancés.

No obstante, y me parece que la teoría estética de Kant no iba por este camino, o si lo hacía – que ya no lo recuerdo bien – lo explicaba de tal forma que no logró un servidor llegar a entenderla del todo – es lo que tiene un desecado cerebro quesiforme –, se puede llegar a entender la especial situación de los artistas, abusando de Kant un poquito más. Si el artista es alguien que busca expresar de nuevas formas las intuiciones que le sobrevienen, y que carecen hasta ese momento de concepto comunicable que las pueda dar a luz, con la obra de arte, consiguen crear nuevos modos de expresar las intuiciones, creando a la vez el “concepto” que las hace, de alguna forma, comunicable. Los artistas, entonces, serían algo así como una especie de psiconáutas pioneros, que rebuscan en su subconsciente, y experimentan con las técnicas propias de su disciplina artística, o crea nuevas técnicas de expresión si éstas no le permiten expresarse, para dar a luz aquellas impresiones e intuiciones que, con los medios comunes del lenguaje conceptual, son imposibles de expresar sin reducirlas considerablemente. Por no abusar con ejemplos, sólo mencionaré la expresión poética, sin la cual sería imposible describir ciertas sensaciones y sentimientos que, de mencionar escuetamente su nombre propio, quedan un poco, como decirlo, tristes y desangelados; no es lo mismo, con las armas de las que el arte dispone y va creando con el paso del tiempo, evocar la inasible sensación de melancolía, ese nudo en la garganta, esa...

Se interrumpe, pues escucha con clara nitidez cómo alguien (o algo) araña la puerta de su estancia, con insistencia. Abre y no descubre a nadie; extrañado, mira a sus pies, y un gato naranja atigrado le mira muy serio, lanzándole un débil maullido. El Coyote no puede evitar reírse a carcajada suelta, y los ecos de su risa resuenan pasillo abajo. No podía sospechar que el pequeño gato que ha decidido hacerle compañía en el mundo de vigilia podía llegar también a seguirle hasta allí, hasta una de las casas-entre-mundos. Sin mayor protocolo, el gato entra en la habitación, la inspecciona, olisquea los rincones y, finalmente, decide que el lugar más calentito de la sala es junto a la estufa, a los pies de la desvencijada mesa que hace las veces de escritorio improvisado para nuestro viejo Coyote.

Recuerda que el soñador de Providence aseguraba que los gatos “son los únicos que conocen las regiones misteriosas, y que los más viejos las visitan a escondidas, por la noche, saltando a ellas desde los más elevados tejados. En verdad, es a la cara oscura de la luna adonde van a saltar y retozar por las colinas, y a conversar con sombras antiguas”. Con un escalofrío que le recorre la columna y le eriza el pelaje rememora las veces en que el inocente felino se queda embobado, mirando fijamente en un punto aparentemente al azar, y la parte escasamente racional del cerebro del Coyote quiere creer que aquello en lo que el gatito se fija no es más que una pelusa llevada por la corriente, acaso un insecto de vuelo distendido.

El viejo Coyote vuelve a su vez al escritorio; el gatito se estira arqueando el lomo y emitiendo un bostezo que casi pareciese que le desencaja la mandíbula. Antes de enroscarse sobre sí mismo y empezar otra siesta, mira fijamente al Coyote, con ese expresivo mutismo que parece decirlo todo.

Entonces se acuerda: aunque en las casas-entre-mundos el tiempo discurre a ritmos completamente ajenos al objetivo discurrir del tiempo en el mundo de vigilia, es consciente de que, a duras penas y luchando contra su irreprimible desidia, este blog que suscribe ha conseguido alcanzar el siguiente hito: cuatro años de desvaríos y cuestiones heterogéneas.

Desde la ventana de su habitación observa la nada entre mundos, que toma caprichosas y desvaídas formas, que en el momento de localizarlas ya se están diluyendo para dar forma a otros sueños en otros mundos.

El viejo Coyote enciende distraídamente otro cigarrillo y sigue escribiendo.