lunes, 24 de diciembre de 2007

Algunos fragmentos de historias sincrónicas

Parece que el viejo Coyote ha reaparecido. Afirma que no recuerda muy bien todo lo que le ha pasado durante el tiempo que se mantuvo desaparecido; en cualquier caso ha venido contando una extraña historia de una fiesta trance en el campo, una fuente o manantial con su propio espíritu protector, una mora encantada, y no sé qué sobre un Trip Real. De momento, no hemos podido entresacar nada más sobre ese tema, insistiremos en ello.
Aún así, aquí publicamos la primera parte de los prometidos fragmentos sobre asuntos relacionados con ese misterioso "Atlante" con que nos vino el Coyote. Todavía quedan algunos asuntos por resolver, cuestiones por iluminar, que ofreceremos en la segunda parte. Aún así, este es sólo un boceto, que mejoraremos concretando fechas, nombres y lugares.


  • Hace cientos de miles de años: el imperio de la Atlántida (otros dicen Aquelonia) se hunde. Provocado por crisis internas, la instigación de tribus bárbaras desde el exterior y la manipulación irresponsable de terribles fuentes de energía (por parte de la elite gobernante, una casta de sacerdotes-astrólogos), el continente donde se encuentra Poseidonis, la capital de la Atlántida, y el grueso del imperio se hunde bajo las aguas del océano. Qarnis Qum, hechicero supremo, se hace sepultar vivo, y momificado vivo es enterrado con tablillas que encierran terribles conocimientos.
  • Hace cientos de miles de años, pero algo después: grandes cataclismos asolan la tierra; los grandes saurios prosperan. Grandes zonas de tierra que se mantuvieron hundidas en simas abisales vuelven a salir a la luz.
  • Hace miles de años: durante el imperio bajo, en el reino de Khêm, los sacerdotes nubios de la casa de la muerte despiertan de su letargo a Qarnis Qum. Éste crea una base de poder situada en las fuentes del Nilo, donde es derrotado y devuelto a su sueño eterno por un guerrero egipcio de nombre ignorado.
  • Aprox. ss. VIII-IX: durante los años de expansión del Islam, los saqueadores de tumbas hallan un acceso al sepulcro de Qarnis Qum, despojándola de la mayoría de los enseres allí reunidos, entre ellos las misteriosas tabillas donde se encierran terribles conocimientos. Por suerte, no consiguen quitar la pesada losa que da al lugar donde se encuentra el hechicero supremo. Terribles maldiciones van terminando con aquellos que asaltaron la tumba, o bien con los dueños de objetos sacados de allí.
  • Siglo XIII (mediados): el sultán de Damasco, por medio de sus emisarios, regala al rey de Castilla, Alfonso X, unas tablillas grabadas en un alfabeto desconocido, pensando que con ellas le enviaba una maldición pagana al perro monarca infiel. El rey las hace enviar a la Escuela de Traductores de Toledo; durante el proceso de traducción se suceden extraños fenómenos y siniestros accidentes. El trabajo se queda a medias, puesto que sabios de las tres religiones del Libro sostienen con un terror numinoso que las tablillas son un compendio de locuras, blasfemias y maldades.
  • Siglo XIV: Un maestro cabalista judío, huyendo de la persecución, escapa a la Provenza (o a Lyon), llevando entre sus pertenencias las tablillas, sin saber muy bien si destruirlas por el bien de la humanidad, o sólo mantenerlas ocultas y custodiadas.
  • Siglo XVI: La que se creía única copia intacta de la traducción de la Escuela de Toledo de parte de los contenidos de las tablillas es quemada en la hoguera por orden del Santo Oficio, junto con muchos otros tratados satánicos, heréticos y blasfemos. Durante esos mismos años, las tablillas caen por un azar del destino en manos de un sabio alquimista y astrólogo francés[1], de oscura reputación, el cual se propone redactar una traducción completa de aquellas. Este mago cayó fulminado, aparentemente por un ataque de apoplejía, tan sólo unos instantes después de dar el punto final a su tratado, titulado “Liber Hyperboreas”.
  • Algunos años después: El manuscrito original del “Liber Hyperboreas” es enviado a Van Böecke, un impresor de Ámsterdam, no sin antes pasar por las manos del filósofo Baruch de Spinoza; éste, al devolvérselo al impresor, le aconseja fervientemente que lo haga destruir, y no lo de a luz pública. Desoyendo las advertencias, lo lleva a imprenta, con infaustas consecuencias; su taller salió ardiendo una noche, y los rumores afirmaron que en el centro del incendio se encontraba uno de los aprendices, con el manuscrito original agarrado fuertemente, para asegurarse de que era destruido. Sin embargo, ya se habían realizado un par de copias de prueba, incompletas ambas, que aparentemente desaparecieron.
  • Siglo XVIII: Nos encontramos con que una de las versiones del Liber Hyperboreas se encuentra en manos de Swedenborg, padre del espiritismo moderno. En esa época, muy pocos hombres sabían de la existencia de este libro; todos ellos eran iniciados de alto grado en alguna importante logia masónica. Según cuentan, a él se lo cedió la Pompadour, la intrigante amante de Luis XV, acusada no pocas veces de brujería. En este siglo cambia de dueño en varias ocasiones, se dice que en algún momento lo poseyeron Jacques Cazotte, el conde Jan Potocki y el obispo Talleyrand, compañeros francmasones todos ellos.
  • El 19 de mayo de 1798, con una flota compuesta por trescientos veintiocho barcos, llevando a bordo un ejército de 38.000 hombres, al mando de Napoleón, ponen rumbo a Egipto; les acompaña el dibujante Vivant Denon, el cual les seguirá por tierra de faraones durante toda la campaña contra los mamelucos de Murad Bey. En el transcurso, tomará los primeros bocetos y apuntes de los restos de la época faraónica, de las tumbas de los reyes, de los desconocidos jeroglíficos que se encuentran grabados en el interior de ellas. Algunas muestras de los hieroglifos que cuentan la historia de la caída de la Atlántida y la sepultura de Qarnis Qum aparecerán en su Voyage dans la Hautte et Basse Egypte (v. III, p. 124 y ss), aunque su contenido permanecerá desconocido – pues si bien se ha confirmado que está redactado en escritura “hierática”, hasta hace relativamente poco tiempo resultaba incomprensible el idioma en que había sido escrito.
  • A mediados del siglo XIX, una médium norteamericana bajo el patronazgo de un miembro de la Sociedad de la Golden Dawn durante varias sesiones canaliza la conciencia de un archivero de Poseidonis, que le proporciona las claves de interpretación de los jeroglíficos de la tumba de Qarnis Qum. Curiosamente, son muy parecidas al método de invocación angélica del Dr. Dee, las conocidas como Claves Enochianas. Durante años fue considerado un fraude, hasta que en una librería de viejo de Toledo reaparece una copia muy deteriorada de la versión de la Escuela de Traductores de Toledo, donde aparecen inquietantes coincidencias. Este libro fue adquirido por el famoso librero Voynich, aunque posteriormente lo vendió al Vaticano, el cual lo conserva hasta el catálogo realizado en 1947, año en que ya no aparece entre sus existencias.
  • En 1923, la OTO, Ordo Templi Orientis, por parte de uno de sus miembros, hace alarde de poseer en la biblioteca de la sociedad, de al menos una de las dos versiones del Liber Hyperboreas del impresor holandés van Böecke, en la correspondencia de la revista Études Mythologiques. La célula de Berlín de esta sociedad intenta durante varias sesiones invocar el espíritu de tan poderoso mago, al cual no dudan en calificar como uno de los Superiores Desconocidos que forman parte del gobierno secreto del mundo; se desconoce el grado de éxito de estas invocaciones.

Hasta aquí la primera parte.


[1] Algunos sospechan que éste no fue otro que Gaspaard du Nord, célebre por haber llevado a cabo la traducción del también infame Liber Ivonis, aunque los datos biográficos que se tienen de él no coinciden del todo.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Sin noticias del Coyote

Ignorando las aportaciones de algunos miembros del equipo, que han sugerido que quizá el Coyote haya sido raptado por alguno de mis numerosos acreedores, para exigir un rescate. No recuerdan que el viejo Coyote es muy dado a este tipo de escapadas; le da el punto, y se embarca en algún tipo de búsqueda astral. Luego nos pasamos días sin tener noticia alguna de él, consiguiendo que nos preocupemos por su seguridad.
Y no deberíamos, porque él mismo es quien nos recuerda muy a menudo la luciferina máxima de que “siempre existe la posibilidad extrema de marcharte. Irte, simplemente”.

Alguna noche, en los bares de la Alameda, nos enteramos de que alguien lo ha visto en la última rave; conseguimos sonsacar a algún punki, entre comentarios despectivos hacia nuestras personas y a la sociedad en general, que ha estado la madrugada anterior con él, ingiriendo un cóctel de kalimotxo, anfetaminas y opiáceos varios. Nos imaginamos al Coyote, tirado en algún lado de la ciudad, en un estado de trance cercano al coma, sin asistencia ninguna, a merced de desaprensivos.

Luego, para contradecirnos a todos, un día cualquiera aparece, como si no hubiera pasado nada, con el ánimo festivo y el pelaje lustroso. Ante nuestras preguntas insistentes, el Coyote se hace el duro, y hasta que no le hemos invitado a tabaco, no suelta prenda.

Como es bien sabido, al viejo Coyote le cuesta un enorme esfuerzo mantenerse mucho tiempo centrado. En aquellos momentos, los ojos se le vuelven del mismo color, y si tienes suerte, a veces emite máximas de sabiduría perenne (que posteriormente olvida, y que en absoluto aplica en su vida). En ocasiones nos relata curiosos encuentros oníricos, viajes a extraños paisajes astrales y habla de cosas de las que no ha podido tener conocimiento directo, como si hubiese estado allí realmente. Claro que el viejo Coyote es un gran mentiroso.

Ya contamos aquí su extraño periplo por la llanura de Leng y más allá, hasta la ciudad subterránea, y su encuentro con el barón sangriento. También recuerdo el tour que hizo el Coyote por el continente sumergido de Mü. En el Templo de Paredes de Cristal, que se encuentra en un metaplano superior, en unas cavernas bajo la isla de Pascua, se encontró con cierto arquetipo agonizando, y supo de una terrible guerra que amenaza los planos astrales, y al multiverso entero (guerra que empezó hace más de cien años, cuando el Rex Mundi desapareció sin dejar rastro, a todas luces en el Abismo, dejando su trono de Aggartha vacío).

Recuerdo la última vez que volvió de una de sus escapadas. Regresó contando una extraña historia sobre un viejo hechicero renacido que él llamaba “el Atlante”. Todavía estamos intentando hilvanar el relato, porque el Coyote lo ha contado de forma fragmentaria e inconexa, y aún no estamos seguros de haberlo comprendido todo por completo. Y además, las referencias son tan marginales que el trabajo de documentación se hace arduo y complejo; todavía ando intentando desenredar la trama de espionaje durante los años previos a la segunda guerra mundial, que tiene algo que ver en toda esta historia (¿quién demonios era Ernst Schaeffer?) Pronto daremos a conocimiento público todos los datos recopilados; ya que no podemos recibir las enseñanzas directas del Coyote, trabajar en esto ocupará su ausencia.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Disgregación y final de la banda del Coyote

La desaparición, sin previo aviso, del Coyote, sumado a una serie de catastróficas desdichas que han ido acaeciendo a parte del equipo que trabaja en EL BLUES DEL COYOTE, ha llevado a que el blog no se haya actualizado desde hace un tiempo.

Pero, con o sin Coyote, la vida continúa, de manera que aquí estamos, si bien no todo el equipo y sin la aprobación no explícita del Viejo Coyote. De hecho, una de las cosas que estamos notando de su ausencia es que al terminar el día nos queda algo de tabaco, y nadie se dedica a sablearnos.

Pero se le echa de menos...

Sin embargo, es cierto que desde que realizamos aquella entrada en el blog, sobre el barón Ungern von Sternberg una conspiración invisible nos ha estado acosando de continuo. Sin ir más lejos, todos mis acreedores se han puesto de acuerdo para exigirme el débito a la vez (y no todos son acreedores amables – o pacientes, para el caso –, y hay uno en concreto que cada vez que me encuentra, se deleita recordándome la deuda con un saldo de fractura ósea de algún tipo o, cuando menos, de un hematoma...); también me han robado el teléfono móvil, con lo cual he perdido los números de contacto de cantidad de personalidades influyentes de la política, la ciencia y el arte. Imaginad, mi agitada vida social ha sufrido un parón considerable, de tenerla a no tener vida social en absoluto. Lo más frustrante de todo esto es que me robaron el mobile ¡en mi propia casa!

Si el Coyote no hubiera desaparecido, primero se habría reído en mi cara, y luego me habría amonestado por pardillo, y dado un par de consejos para nada aconsejables (tipo “Ahora tienes que robar tú un móvil, estás en tu derecho”)

Y esto sumado a que hace poco me encontré en la obligación de mudarme, con el considerable caos que ello conlleva, y que además en el nuevo piso no disponemos aún de conexión a la Red, ha retrasado un poco la aparición de una nueva entrada. Sin embargo, como decían los yuppies cocainómanos ochenteros (o los políticos profesionales, para el caso), estamos trabajando en ello...

mao