jueves, 21 de mayo de 2009

Deconstruyendo a Asmodeo


El Viejo Coyote, como se ha dicho en muchas ocasiones, tiende en ocasiones a dejarse llevar por estados extáticos de conciencia, que lo llevan a realizar largos peregrinajes oníricos; la mayoría de las veces, no es él quien decide el camino, sino que es el camino quien le conduce a uno u otro derrotero. Como se ha dicho también, más de una vez ha dado con sus pulgosos y ajados huesos en esa región conocida como Inframundo - no confundir con el Infierno judeocristiano. Allí, por pasar el rato, ha entablado conversación con los seres más heterogéneos: así con Baal, con Leviatán y, en la última de estas escapadas, con ese demonio que suele ser llamado Asmodeo. Como todos estos seres, la histórica implantación de una mentalidad lógico-racional a lo largo de occidente, lo ha relegado a un oscuro segundo plano; aunque su astucia le ayuda a sobrevivir en este árido erial espiritual que es la actualidad; se verá en qué manera.
Se le solía mencionar junto a Belial, Satán y otras potencias infernales en las invocaciones medievales; Wier, en su “Demonología”, lo titula señor de los juegos de azar; Psellus lo considera uno de los archiduques del Infierno, que tiene a su cargo seis legiones formadas (para variar) por seiscientos sesenta y seis demonios inferiores; algunos le reconocen tan alta alcurnia que afirman que fue él, y no Satán, Lucifer o Belial, quien tentó en forma de serpiente a Eva en el Edén. Aunque, seguramente, esto último fue un embuste del propio demonio, vanidoso, para hacerse el importante ante algún alucinado invocante. Asmodeo pertenece a la Orden de la Mosca, fundada por Belcebú.
El Yalqut Reubeni, en sus comentarios al Génesis, señala que es uno de los primeros engendrados por Lilith (la primera mujer) con Adam; lo que significa que es uno de los numerosos demonios de la estirpe de los Lilim. Tiene fama de celoso, pues se sabe que fue él, en forma espiritual, quien asfixió a los primeros seis o siete maridos de Sarra, huyendo posteriormente a Egipto, donde sabría que sería bien acogido, después de que Tobías - aconsejado por el arcángel Rafael - puso sobre las brasas el hígado y el corazón de un pez en su noche de bodas, cuyos vapores repelieron al espíritu demoniaco (Tobías 8, 3).


Francisco de Goya lo retrató para la posteridad, haciéndose eco del rumor de que Asmodeo era el demonio embajador de España (así como Mammon lo es de Inglaterra, Satán de los USA y el propio Lucifer lo fue un tiempo de Roma). Lo cierto es que Asmodeo es señor de la burocracia, y se refocila en multiplicar las dificultades y el papeleo; sus templos tienen forma de edificios administrativos, con interiores absurdos y laberínticos. Se le muestra devoción al generar largas colas delante de las ventanillas, pues allí es donde puede invocársele con más facilidad.
Porque hay momentos en los que uno daría cualquier cosa con tal de que la cola avance, y terminar por fin con todo el papeleo.
Sus adoradores y sirvientes son: funcionarios, secretarios de ayuntamiento (antiguamente escribanos), empleados de bancos y cajas de ahorro, inspectores fiscales, algunos abogados especialmente quisquillosos, algún ministro de Hacienda, y casi todo el personal de los palacios arzobispales. Ha morado casi siempre en Madrid, cerca de la corte, aunque también anduvo por Sevilla en la época que era puerto de Indias. Durante algún tiempo, su actuación era localizada, y de consecuencias muy concretas; la llegada de la Ilustración, con los nuevos conceptos de Estado y gobierno, abrió a Asmodeo las puertas de una actuación programada, y amplificada a nivel nacional; puesto que había estado experimentando con el Santo Oficio y con los distintos estamentos del clero ordinario, no le resultó muy difícil acomodarse a los nuevos tiempos.
No es de extrañar, por tanto, que algunos aseguren que fue él quien inspiró a Escrivá para la creación del terrible instituto secular conocido como Opus Dei.