martes, 26 de abril de 2011

Nota Sobre el Santo Oficio o Santa Inquisición

"Líbrete Dios de delito contra las tres santas, Inquisición, Hermandad y Cruzada..."
Guzmán de Alfarache, Mateo Alemán
Intro Uno

(sobre Ciertos Adalides de la Moral y sobre la No-Prescriptibilidad de Ciertos Hechos Infames)

Esos señores que, a sueldo de intereses nada transparentes, aseguraban no ha mucho que se ponen más medios para la protección del lince ibérico que para la pervivencia de lo que ellos llaman bebés no-natos; esos señores que afirman que en Europa se puede hacer caricatura, befa y burla del cristianismo, y sin embargo parece que nadie se atreve a hacer lo mismo del Islam - y el que lo haga, que se atenga a las consecuencias; esos mismos señores que entienden que pertenecer a la Iglesia Católica apareja una ideología política muy concreta, y nada cristiana (cuando, por cierto, las enseñanzas del Jesús no canónico más bien pudieran parecer sacadas de un manual de comunismo humanista pre-marxista)...

Esos señores, decimos, aseguran que la insistencia en una actitud crítica frente a las actuaciones del Santo Oficio no es más que parte de una enorme red de intereses que pretende vapulear a la Iglesia Romana, y que el número de "víctimas" de la Inquisición no puede equipararse, por ejemplo, al genocidio sistemático, obra de Alemania bajo la bandera del nazismo, o del exterminio del pueblo armenio, de manos de la Turquía de Enver Pachá (o Enver Bey, elijan ustedes). Y ahí, quizá, no anden faltos de parte de razón: lo que los nazis hicieron, lo hicieron en apenas unos años, para la cantidad de siglos que anduvieron en danza los hermanos del Santo Oficio, haciendo de las suyas.

Pero claro, quien critica a la Inquisición, en su retorcida lógica, no puede más que ser un mercenario al servicio de un ateismo-judaísmo-masónico internacional (o del grupo Prisa, sin irnos más lejos - cuyas críticas a la Iglesia o al franquismo dan tanta risa como las de los otros, y están igual de poco y mal documentadas); para ellos, presentar una mirada crítica sobre las actuaciones de los inquisidores es algo así como tirar piedras sobre su propio tejado. Aseguran que, aquello, es indicio de que algo no marcha bien con Europa; una Europa que, a lo largo de la historia, ha sido punta de lanza y señero ejemplo del afán civilizador (aunque más bien, habría que hablar de conquista, colonización y, en la medida de lo posible, una imposición de valores culturales ajenos al lugar conquistado).

Pues bien, hablar de los excesos acometidos por la Inquisición, a lo largo de su dilatada existencia, no es más que una forma de recordar el pasado. Recordar la historia es una manera, no muy eficaz, pero al menos una manera, de evitar algunos errores pasados (o al menos, puede servir para eso). La historia, igual que muchas otras cosas, no es más que un espejo al que asomarnos, y que nos define: si es cierto, eso de que somos nuestro pasado. Igualmente, si no hablamos de los excesos cometidos por fanáticos de la esfera cultural islámica, por decir alguna, es porque no vivimos en Rabat, ni en Mosul. Otro gallo cantaría, sin duda. Pero como no es el caso, nos fijamos en lo que ocurrió en ese agujero de estiércol y sangre que ha sido Europa, y no perdemos el trasero en señalar la paja en el ojo ajeno (o en el agujero de estiércol y sangre ajeno, que en todas partes cuecen habas, o lo que cuezan por ahí).

Por ello, a vueltas con la Inquisición, nos ha empujado el Coyote a presentar un pequeño número de historias de procesados por el Santo Oficio. Cosa que, por cierto, habíamos prometido hace ya muchas entradas de este blog que suscribe. En todo caso, el final de aquellas historias se cerró hace ya algún tiempo, y se encuentran ya en aguas tan profundas, que remover la superficie (aunque sea rememorándolas) en nada va a afectarles que las saquemos a colación. En todo caso, son vidas anónimas, víctimas de la crueldad aparejada por el fanatismo y la burocracia, a las que nadie parece ya querer darles voz. Y aquí está nuestro viejo Coyote, para hacer de vocero de estos desgraciados; y que actos infames, sin importar la época concreta en que hayan sido cometidos, siguen siendo actos infames. O acaso ahora, porque aquello ocurriera hace milenios, no vamos a dejar de congraciarnos con las víctimas de los reyes acadios, cuando éstas eran despellejadas y sus pieles colgadas en los muros de las ciudades, para advertir y atemorizar a sus enemigos. Y la lista podría continuar, pero por no hacerla eterna, pasemos al tema que nos ocupa.


Intro Dos
(sobre los Orígenes, Tareas y Algunas Prácticas del Santo Oficio)

Como en otras ocasiones, hacemos uso de la obra de extenso título "Relación Histórica de la Judería de Sevilla, Establecimiento de la Inquisición en Ella, su Extinción, y Colección de los Autos que Llamaban de Fé Celebrados desde su Erección", de don José María Montero de Espinosa. De manera que, estos ejemplos que a continuación expondremos, todos provienen de la abultada lista de esos autos de fe, donde en algunos casos se explican las causas del prendimiento y los pormenores del procesamiento, con cierto detalle. En otros casos, esta lista sólo contiene los nombres de los procesados, el motivo de su detención y la pena asignada.

Así, como ejemplo de los muchos que podríamos extraer, citaremos un auto de fe celebrado el año 1721:

"El día 14 de diciembre se celebró auto en la iglesia del convento de S. Pablo, y en él salieron las siguientes personas.

RELAJADOS EN ESTATUA POR HEREGES, JUDAIZANTES AUSENTES Y FUGITIVOS

Pedro Enríquez Hierro, natural de Betanzos, vecino de Cádiz, de 60 años, herege, apóstata, judaizante; confiscación de bienes.

Blanca Enríquez, alias Elbin, muger del antecedente, vecina de Cádiz, de 55 años."
Relajado (relajado al brazo secular, es la expresión completa), para aclararlo, era el eufemismo usado por el Santo Oficio, cuando querían decir "ejecutado". En el caso anterior, al menos, éstos fueron "relajados en estatua"; cosa inocua, aunque simbólica, ya que peor suerte corrían aquellos que eran relajados en persona. Algunos eran ejecutados, como decimos, en estatua, por estar prófugos, o en el caso de otros por haber ya muerto. Y aquí, incluso era posible que se rebuscasen los huesos del susodicho, en el cementerio donde hubiese sido sepultado, para sacarlos de tierra santa. Y es que ni ante los restos de sus víctimas tenían reparo, tanto debía ser su celo religioso.

La otra variante de esto era la reconciliación, lo que significaba que sobrevivías. A un reconciliado también se le imponían penas y sanciones; podían incluir desde azotes, y otros castigos físicos, a pasearlo vestido con sambenito y tocado con capirote, montado en un pollino. En cualquier caso, la reconciliación conllevaba una profunda humillación publica, que podía terminar con la moral de cualquiera - más de uno fue el caso del reconciliado que, no pudiendo soportar la vejación y el deshonor, se suicidó posteriormente.

En la mayoría de ocasiones, los autos de fe eran públicos, y ejemplarizantes; en otras, cuando la cosa según los oficiales de la Santa revestían de gravedad, o se trataba de algún religioso notorio, podían realizarse a puerta cerrada.

¿Cuál era, sin embargo, la labor de esta Inquisición o Santo Oficio, que tantos siglos ha acompañado y condicionado las vidas de los europeos? Allá por 1231 el papa Gregorio IX promulgó una serie de estatutos, a los que en 1232 el obispo de Tarragona, de prosaico nombre don Espárrago, llevó a efecto en la zona de influencia de su obispado: "... por medio de los frailes predicadores y otros varones idoneos, inquiriesen contra los hereges y difundidores de heregía, y procediesen (...) contra los ocultadores, defensores y fautores de hereges." El sentido que aquí extrajeron los oficiales de la Santa, en cuanto a "inquirir", "proceder" y "heregía" fue bastante amplio, sobre todo en lo que respecta a esta última.

Lo que se desprende de las listas de crímenes de herejía, en la amplia enumeración de los antedichos autos de fe, no es otra cosa que: el camino para la salvación es uno (igual que sólo hay, o debe haber, un único pensamiento y un único dios), mientras que la herejía es múltiple. Herejes no sólo parecen ser, según la lista de procesados, aquellos que discurriesen pensamientos y creencias distintas a los dogmas; también pasaba por hereje cualquier distinto a la norma imperante, y dictada por los sanos preceptos de la Iglesia, y cuya forma de vida no casaba con ella. Citemos aquí el caso, presentado por un tal Carlos Fisas, en el año 1626, en la Corte, no en Sevilla, fueron dados a tormento, y posteriormente entregados a la hoguera, un buen número de mozos por practicar del "pecado nefando", esto es, por sodomía. Se cuenta que instigados por algún caballero de cierta alcurnia, que también terminó en las brasas.

Vamos, como para ocurrírsele a uno ser una viejecita, viuda varias veces, antigua prostituta, que vive marginada y en soledad, y que todavía recuerda las enseñanzas sobre la vida y las cosas que le enseñaron su madre y su abuela, nada que ver con la Iglesia, y a quien las mozas del barrio pidan consejo; y además cruzarse con algún envidioso que te denunciase a la Santa. Explícame cómo podías terminar, si no ahogada por el humo de las llamas de tu pira (eso si, con mala suerte, no habías podido sobornar al verdugo para que te estrangulase piadosamente, antes de que te pusieran al fuego...)

Continúa en la siguiente entrega
...

0 comentarios: