Como el Coyote sigue m.i.a., esto es, desaparecido en combate, no nos queda más remedio que ofrecer un refrito de los Archivos Coyotiles. Menos mal que, en previsión, nos dejó una llave de su hogar, dulce hogar, para poder dar de comer al gatito, regar su estúpida marihuana y orear el piso un rato. Gracias a esto, y en la misma medida, podemos meter mano a dichos archivos, y tener algo con lo que pasar el rato, mientras nuestro viejo Coyote re-aparece. Uno de los miembros del equipo oyó por ahí que alguien lo había visto en la fiesta trance del pasado fin de semana, en los pinares de Almonte. Pero ello es poco probable, pues yo mismo estuve todo el sábado y la madrugada del domingo, y allí como mucho había una excelente y seductora luna llena.
A lo que íbamos, ahí dejamos un escrito retocado y corregido, de la pluma del mismo Coyote.
El Alma de Gengis Khan
El alma de Gengis Khan se encontraba custodiada en un templo budista situado en Mongolia Central, junto al río de la Luna a los pies de las montañas negras de Shanj. Durante siglos, su espíritu residió en un estandarte fabricado con trenzas de crin de caballo, atadas al astil de una lanza. Conocido como sulde, los guerreros mongoles lo plantaban en la entrada de sus campamentos, para que ejercieran como guardianes.
Los mongoles, que creían confusamente en un Cielo Azul Eterno, tenían la convicción de que las crines recogían las energías del viento, el cielo y el sol, y la canalizaban hacia el guerrero. También ejercía la función de atrapa-sueños, que inspiraban al guerrero a continuar siempre en movimiento por las infinitas estepas, a forjarse su propio destino en los duros caminos de la vida nómada. El vínculo entre el hombre y su estandarte llegaba hasta el punto de que los mongoles creían que cuando el hombre moría, su espíritu pasaba a residir en el sulde.
Gengis no tenía un estandarte-espíritu sino dos, uno de crines blancas para las épocas de paz, y otro de crines negras para las épocas de guerra. Según parece, el estandarte de la paz fue poco usado, y desapareció bien pronto. El de la guerra, el negro, pervivió hasta entrado el siglo XX, y durante todo ese tiempo fue venerado por el pueblo mongol como la residencia del espíritu bélico de su líder fundador (o al menos, re-unificador), y símbolo de unión nacional.
En el siglo XV, su descendiente el lama Zanabazar (Jñanavajra, en sánscrito), primero en la estirpe de los Bogd Khanes de Mongolia, fundó el monasterio lamaísta que custodiaría el alma de Gengis Khan.
En 1924, tras fallecer el VIII Bogd Khan, las autoridades pro-soviéticas de Mongolia declaran su linaje oficialmente "extinguido", prohibiéndose la búsqueda de su tulku o sucesor/reencarnación. Durante los años 30, los comunistas mongoles asaltan sin dejar piedra sobre piedra los monasterios tántricos de Narabanchi Khure y Erdene Dzu (lugares donde se había manifestado el Rey del Mundo); de este último dejaron en pie sólo tres de sus alrededor de trescientos templos. Entre 1937 y1939 son detenidas y, en su mayoría, ejecutadas o "hechas desaparecer", unas 30.000 personas en Mongolia (más de la mitad, monjes). En 1937 el alma de Gengis desapareció del monasterio donde era custodiado, antes de ser asaltado y destruido por los secuaces de Stalin. Poco después reaparece en Ulan Bator (antigua Urga, capital de Mongolia), para finalmente desaparecer de manera definitiva. Algunos son de la opinión de que los comunistas destruyeron el alma de Gengis, para eliminar tan poderoso símbolo de unión nacional tan ajeno a su propia ideología.
De cómo murió Gengis existen numerosas versiones; de que murió, ninguna lo pone en duda. La más imaginativa es la que cuenta que la esposa de uno de sus numerosos enemigos muertos, que había pasado a formar parte del harén del líder mongol, se introdujo una mortífera trampa en la vagina, de manera que cuando Gengis fue a penetrarla, el aparato le arrancó sus genitales, agonizando desangrado bajo terribles dolores.
A su cadáver, los mongoles rindieron grandes tributos y honores, como bien merecía; se transportó el féretro acompañado de un numeroso contingente de soldados, en un cortejo fúnebre que mató a toda persona y animal que encontraron por el camino. Finalmente, enterraron con gran secreto al gran Khan en su tierra natal. Entonces unos jinetes asesinaron a los guerreros y a todo el cortejo, y aplastaron la tierra con los cascos de sus caballos, para borrar todo rastro de su emplazamiento. Estos jinetes murieron a manos de otro grupo de soldados, y este a manos de un tercero.
La tumba de Gengis fue acotada, y se impidió el paso en una zona de cientos de kilómetros cuadrados, siendo constantemente vigilada por guerreros de elite. Aquella zona era llamada el Ij Jorig, o Gran Tabú. La tumba de uno de los mayores conquistadores de la historia quedó olvidada desde entonces.
Las autoridades soviéticas mantuvieron el secreto (o el olvido, mejor), denominando el Gran Tabú como Zona de Acceso Muy Restringido, y aún la aumentaron, ampliándola con un millón de hectáreas con una Zona Restringida. Los soviéticos instalaron una base aérea de cazas MiG, así como un depósito de misiles nucleares. A la entrada de la zona prohibida construyeron una gran base de tanques, que los militares rusos utilizaron como centro para prácticas de artillería y maniobras.
Bien entrados los 90´s, cuando sólo la mitad de Mongolia se encuentra relativamente autónoma (la Mongolia inferior aún se encuentra bajo dominio de China, al igual que el Tibet), y superadas las prohibiciones comunistas impuestas sobre los estudios de la figura de Temuyin (Gengis, vaya), los historiadores mongoles pudieron dedicarse plenamente a ello. Por fin podían hacerlo abiertamente, y sin riesgo para su libertad.
(extraído en parte de “Genghis Khan y el inicio del mundo moderno”, de Jack Weatherford)
4 comentarios:
Thanks for your comment; it is so likeable too. But... i don´t understand: What is this? publicity? an advertisment?
Extraído de Genghis Khan y el inicio del mundo moderno del que es autor Jack Weatherford
Extraído, como dice en la última frase entre paréntesis, en parte, puesto que algunos datos, pocos ciertamente, han sido sacados de otras fuentes.
Caramba, anónimo, pues tenías razón.
Corregido, gracias.
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