lunes, 28 de febrero de 2011

... después del impasse...

Perdido, como está el viejo Coyote, en los esquivos recovecos entre dimensiones, en aquel vacío entre mundos; no en la más completa oscuridad, pues en todo caso más que algo aquí encontramos la ausencia de algo: en este caso, la ausencia de toda luz. Ahora bien, ensimismado y absorto, obnubilado y a la par confuso, con la sensación de pérdida total de su ego, desprendimiento y desasimiento, aún así todavía puede creer pensar en un atisbo de identidad, un asomo de autodeterminación personal y así poder llamar un poco la atención; en esa nada indeterminada, aún a sabiendas de que el yo no es más que una elaborada ilusión, gusta de llamar la atención, de distanciarse y, siempre que sea posible hacer burla de esa mística cristiana trasnochada: diluir el propio ego, disolverlo en esa nada indiferenciada que algunos bienintencionados confundieron con la deidad judeo-cristiana; y eso que el meister Eckhart y San Juan de la Cruz no llegaron a ir muy desencaminados, por más que las fuerzas del Orden y la Tekné pretendieron distortsionar su(s) sentido(s), en una mirada academicista y pretendidamente escéptica; sí, no andaban muy desencaminados, un vaciarse de sí mismo, un reconocer la arbitrariedad, el caos y la absoluta contingencia: un respirar tranquilo por la ausencia de todo sentido - o al menos, reconocer que cualquier sentido del que uno quiera dotarse no es más que un mero constructo, un instrumento de supervivencia, y, en la misma medida, reconocer que en el momento en que desaparecen las circunstancias que dieron lugar a ese sentido, hay que ser capaz de dejarlo atrás, buscar nuevas sendas, habilitar y desbrozar otros caminos... - aunque, con siglos de distancia, aquellos clérigos apenas rascaron la superficie de algo que les acercaba al camino de las enseñanzas de Sakyamuni.

Y bien, en tanto que nuestro querido viejo Coyote continúa su inexorable marcha entre mundos, saltando de un universo nocional a otro, un poco aleatoriamente, comprobando dónde las realidades se tocan y dónde se separan; mientras esperamos su regreso, salivando cual perros paulovianos por novedosos y sabrosos conocimientos marginales, nos llegaron claras señales de que el Coyote permitía que le metiésemos mano a sus abultados archivos. Cosa que, por otro lado, no tiene nada de fácil, ni simple. Con la misma facilidad que por los entresijos del vacío entre mundos, puede uno perderse por entre sus abultados archivos y cartapacios, ordenados quién sabe por qué criterio (si es que alguna vez hubo alguno, al margen de los fugaces chispazos de inspiración que le sobrevienen inopinadamente al viejo Coyote), así que dejándonos llevar por la costumbre, cual aprendices de bibliomante hemos tomado al azar un documento suelto, que hemos descubierto que el Coyote había enlazado con otro escrito menor, que damos a la luz un poco al tuntún, a sabiendas de que no puede desentonar entre el resto de entradas de éste blog que suscribe.

Breve Nota en Torno al Culto (a-histórico) de la Serpiente,
también llamada Set y por otros muchos nombres,
seguido de una aún más breve Nota Sobre la Logia Negra

1. Cosmogénesis



Al principio, en los orígenes, eran la Nada y el Caos, y en ese Caos se encontraba suspendida, enroscada sobre sí misma, Ofión la Gran Serpiente Primigenia, aunque también se la ha llamado Tiamat, en incluso Ladón y Rahab (y algunas tribus primitivas de las áridas estepas del Norte, que la adoran sin darle nombre alguno, o llamándole sencillamente Serpiente o Sierpe); así pues, sólo la Gran Serpiente lo ocupaba todo al principio en los orígenes. Y se dice que, o bien surgió una Diosa Madre que copuló con la Serpiente y dio a luz el Huevo Cósmico, que esta Ofión rodeó con sus anillos y empolló, hasta que surgió el Mundo, o que más bien los dioses ya estaban antes de que el Mundo surgiera y en cruenta lucha contra la Serpiente y sus hijos, los primeros monstruos, diéronle muerte, y con su cuerpo dieron forma a la tierra y con sus babas los mares y ríos; el cuerpo de esta bestia cósmica separa las tierras inferiores, donde moran los espíritus de los muertos y los daemones que nunca habrán de nacer, de las regiones celestiales, desde donde los dioses disponen todos los destinos. Algunos, entre ellos los adoradores de la Serpiente bajo el nombre de Set, afirman aún más: que los Primeros Hombres, que precedieron a los actuales, que fueron creados mucho después, fueron creados con la sangre de esta Serpiente.



2. Extensión del culto

A lo largo y ancho de los continentes, desde siempre muchos pueblos han rendido culto a la Gran Serpiente Ofión; desde aquellas lejanas tierras, más allá del Océano Occidental, donde hay imperios que adoran a la serpiente emplumada Quetzalcoatl, y a la que sus sacerdotes ofrecen en holocausto corazones humanos aún palpitantes, hasta el lejano Sur, en las húmedas selvas, donde pueblos de piel oscura adoran a la Serpiente como Yig, pasando por las tierras cálidas de olivos, a la que llaman Pitón o Glicón (y su elegida, esposa sagrada, pronuncia oráculos durante toda su vida, hasta que muera – o sea muerta, alimento de la serpiente sagrada – y sea sustituida por otra), y también ha recibido nombres como el de Afifis, Hidra, Draco y aun Dragón. Y en las cordilleras peladas del Norte hiperbóreo tribus compuestas sólo por mujeres guerreras adoran a Equidna o Lamia, cuya mitad es una mujer hermosa y la otra mitad una serpiente moteada a la que ofrendan todos sus hijos varones. Y por todas las ciudades, reinos e imperios, junto al panteón autóctono, han ido surgiendo acá y allá templos guiados por sacerdotes pálidos, ojerosos y secos, que dicen adorar al dios-serpiente Set. En el seno de innumerables reinos anidan serpientes, en la corte de innumerables reyes medran los sacerdotes de Set, que vierten en los oídos de los gobernantes consejos que sirven a los intereses, no del reino, sino de su propio culto.

3. Ritos y Costumbres


Los siervos de Set, sus cultistas, consideran el mayor homenaje a su dios el atraer al inocente hacia el mal y la perversión; la corrupción del cuerpo y del espíritu son sus fines. En los anales de su historia se registran todo tipo de crímenes – que, para ellos, se traducen como los más altos hechos que el hombre puede ofrecer a la divinidad –: en templos lejanos a las ciudades civilizadas e imperios conocidos han practicado y practican sacrificios humanos, canibalismo, torturas y muchos de sus sacerdotes se han introducido en la senda de la nigromancia; orgías sexuales marcadas por la depravación, pederastia, copulación con bestias y criaturas más allá de la cordura, regado con la embriaguez de sus ponzoñosas pócimas son prácticas habituales. Tanto que antaño fueron ritualizadas, y son realizadas con gran pompa y especial desenfreno en los días especiales de su calendario sagrado. Sus sacerdotes memorizan gran cantidad de rezos y oraciones, y grandes partes de su Historia Sagrada (que, desde cierta perspectiva, parece la realización de un gigantesco plan o conjura para tomar el poder en todo el mundo conocido... en sus impíos rituales secretos, los sacerdotes susurran que finalmente “la Serpiente se tragará el Sol”) Todo aquel que a la secta parece digno sea por sus conocimientos, o por su maldad y depravación (aunque muchos especulan que la marca es aún más profunda: los miembros de la secta aún guardarían en su sangre vestigios de la de la Serpiente primordial, con la que fueron creados los Primeros Hombres) pasa por un ritual de iniciación, un renacimiento sagrado que los cambia por dentro y por fuera. Los Misterios de Set sólo son conocidos por unos pocos, y una vez conocidos la vida y muerte del oficiante pertenecen por completo al culto.

Muchos templos no van más allá de mostrar una pobre o rica imagen de la Serpiente, otros (en mucho menor número) albergan nidos de serpientes, de todas las especies – serpientes pequeñas como lombrices, pitones inmensas que pueden tragar hasta un elefante, cobras y víboras de mortal veneno –; se sabe de cierta ocasión en la ciudad de Kashgar, durante un tiempo de sequía y gran hambruna, en que un adorador de Set se lanzó al pozo de la Serpiente Sagrada, para que pudiera ser alimentada. Estos templos, según la influencia que ejerzan, pueden reclamar un impuesto sagrado, pero esto no es costumbre obligatoria, pues la secta es muy rica, gracias a los donativos de los poderosos y, sobre todo, a que las posesiones del adorador pasan a ser propiedad de la secta. Pero habéis de saber oh, príncipe, que los templos más poderosos, centro de la actividad del culto, no son aquellos que se alzan en capitales de imperios, ni aquellos ricamente ornamentados, con cientos de imágenes de marfil u ónice de la Serpiente; los templos donde se concentra el poder de la secta son conocidos por pocos mortales, y éstos son antiquísimos – e incluso medio derruidos y olvidados durante épocas enteras –, perdidos en desiertos estériles o en selvas inaccesibles, construidos en lugares sagrados donde se ha manifestado la inequívoca presencia de Set. Aquéllos y no otros son los lugares donde se concentra su poder.

Allá donde, a lo largo de las eras, se han registrado apariciones (públicas o en privado) de Set, sus adoradores han alzado templos, y en éstos ha sido donde han enfocado con mayor fuerza y probidad su corrupción. Los actos más aberrantes y descabellados, actos que nadie (ni ellos mismos que los llevan a cabo) se atreven a consignar con palabras, en ellos encuentran su lugar. Los sacerdotes con menos escrúpulos hacen de estos templos su hogar, ahondan en su propia morbidad y se hunden, cada vez más, en la nigromancia y en las artes oscuras; desde aquellos lugares, se dice, se comunican con su dios – que, en ciertas ocasiones, ha llegado a manifestarse físicamente, allí donde antes lo había hecho ya alguna vez –, y calculan, y planean, y deciden guerras, paces, nombramientos y muertes. Allí sisean, entre el rumor de las oraciones de los adoradores y los gritos de las víctimas torturadas, envueltos en un gozo frenético que “la Serpiente se tragará al Sol”.

(Nota de los editores: Aquí termina la Nota Breve en Torno a el Culto (a-histórico) de la Serpiente; en una anotación marginal, manuscrita, el Coyote ha garrapateado las siguientes crípticas palabras: "ver Logia Negra, posible influencia de Culto de Set milenios posteriores"; así que, para satisfacer curiosidades, aquí dejamos la aún más breve Nota sobre la Logia Negra)

Nota sobre la Logia Negra,
también conocida como Hermandad de la Sombra


Muchas fuentes dignas de confianza (Guenon, Elieade, etc.) aseguran que la Logia Negra nunca existió, que sólo fue una invención de Mme. Blavatsky para oponerla a la Logia Blanca.

Pero, en la insistencia de su naturaleza imaginaria encontramos una pista para suponer su realidad. Afirman denodadamente que no existe, luego debe existir.

Sus orígenes se pierden en el pasado más remoto, y nadie excepto los más altos miembros de la jerarquía quizá supieran algo de esto, aunque no estén dispuestos a revelar nada, ni siquiera a sus aprendices. Se los ha relacionado con la extinta raza estigia, que nutrió de brujos, nigromantes y hechiceros la antigüedad y la protohistoria. La misma Blavatsky menciona que originalmente provenían del sur, y que sus miembros eran de la Raza Negra (lo que pretendía decir con esto, sólo ella pudiera saberlo). Se dice que tuvieron poderosa influencia sobre la Atlántida, al final de su historia. Los rasgos raciales específicos de los estigios se han diluido y perdido para siempre, en los cruces que estos han mantenido con los indoeuropeos, los semitas y otros grupos culturales en la antigüedad. Quizá los egipcios originales conservasen algo de la supuesta pureza racial estigia en su sangre, pero también ésta se perdió con el tiempo.

Las leyendas estigias afirman que fueron creados con la sangre de la Serpiente Primigenia, y hay toda una cosmogonía de la creación del mundo en todo esto bastante compleja y extensa. Con los restos disgregados de estas leyendas, y otras creencias dispersas, la actual Logia Negra fue fundada como tal en Alejandría, a comienzos de nuestra era.

Ha sobrevivido a lo largo de la historia, infiltrándose en las sociedades secretas donde se extendía cualquier atisbo de conocimiento esotérico, ocultos bajo su sombra. Mme. Blavatsky, inspirada por Koot Hoomi, advirtió al mundo de la peligrosa conspiración mundial que llevaba a cabo la Hermandad de la Sombra, y de sus nefastas consecuencias. Sin embargo, Helena exageraba su influencia, puesto que para los teósofos, cualquier opositor a su doctrina era acusado de nigromante, y entraba directamente a formar parte de la Logia Negra.

Los Iluminados que no han sido engañados por los Superiores Desconocidos saben perfectamente de qué tratan los Hermanos de la Sombra. Al igual que el Iluminado realiza un camino ascendente, para alcanzar un estado superior del espíritu, los Hermanos de la Sombra se dedican a explotar y poner sus espíritus en sintonía con la Luz Negra. Los Iluminados pueden reconocer a un mago estigio por el color apagado de sus auras; conocedores de este hecho, los miembros más poderosos de la Logia Negra suelen ocultarse de miradas ajenas, pues el aura que les rodea es de un negro azabache. Los iniciados suelen reconocerlos por sus tratos con falsos espíritus, o espíritus de los muertos. La nigromancia ya estaba inventada mucho antes de que los espiritistas creyesen que habían descubierto algo.

Sin embargo, los más poderosos adeptos de la Logia Negra han sintonizado con entidades que están mucho más allá de las esferas, en el negro corazón del Abismo. Son seres que nada tienen que ver con los Superiores Desconocidos y otros miembros de la Geografía Astral. Algunos no dudarían en calificarlos de demonios, pero son más que eso. Por lo general, su trato prolongado lleva a la locura, pero ellos son lo suficientemente inteligentes como para disponer de toda una red de contactos en el mundo mortal.

(Nota de los editores: Hemos preferido censurar el último párrafo de este confuso y enigmático fárrago, por el bien de la cordura general de la humanidad; que el Coyote lo hubiese publicado completo y sin retocar, de eso no cabe duda, porque al Coyote se le suele dar una higa el nivel de cordura de la humanidad, por más que ésta le parezca bien escasa...)

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